Un día, una madre de familia rica y muy acomodada, quería mostrarle a su hija lo afortunada que era al poder gozar de tal posición.
Así que la llevó a pasar unos días a un lugar en medio de las montañas. A una granja donde vivía una familia campesina, muy humilde.
Madre e hija pasaron 3 días y 2 noches en su vivienda de campo, alejadas de las comodidades a las que estaban acostumbradas, y conviviendo con esas personas.
En el coche, de regreso a casa, la madre le preguntó a su hija si le había gustado la experiencia.
Con la mirada puesta en a distancia, la hija respondió:
– «Me ha gustado mucho, mamá»
La madre continuó preguntando…
– ¿Te das dado cuenta de lo pobre que puede llegar a ser la gente?
La hija respondió:
– Sí mamá,
¿Y qué conclusión has sacado de nuestro viaje? — insistió la madre
La hija continuó:
– Muchas cosas, mamá.
– He visto que nosotras tenemos un perro, y ellos tienen cuatro.
– Que nosotras tenemos una piscina con agua estancada, que llega hasta la mitad del jardín, y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay pececitos, aves y otros animales.
– Que nosotras importamos lámparas de oriente, para alumbrar nuestro jardín, mientras que ellos se alumbran con las estrellas y la luna.
– Nuestra terraza llega hasta la valla, y la de ellos abarca todo el horizonte.
– Que nosotras tenemos un pequeño territorio donde vivimos, y ellos tienen un campo sin fin, que no se puede cubrir con la mirada.
– Que nosotras compramos nuestra comida, mientras ellos la siembran y la recogen con sus propias manos.
– Nosotras escuchamos música a través de Internet, y ellos escuchan una perpetua sinfonía de jilgueros, ranas y grillos.
– Que nosotras cocinamos en vitrocerámica y microondas, mientras que ellos, todo lo que comen, tiene ese glorioso sabor del fogón de leña, o del horno de barro.
– Para protegernos, nosotras vivimos rodeadas por un muro con alarma. Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.
– Nosotras vivimos conectadas al móvil, al ordenador, al televisor… Ellos, en cambio, están conectados a la vida, al cielo, al sol, a los animales… a todo lo que siembran.
La madre de la pequeña se quedó pensando.
Y la hija, tras un largo silencio, añadió:
– «Mamá, he entendido lo pobres que somos en realidad».
– Tú y papá tenéis que trabajar tanto que casi nunca os veo. Mientras ellos tienen tiempo para hablar y convivir cada día en familia.
La madre quedó impactada por la profundidad del pensamiento de su hija.
Y entonces la niña terminó…
– ¡Gracias mamá por haberme enseñado lo pobres que somos, y lo ricos que podemos llegar a ser!
REFLEXIÓN: si atamos la felicidad al dinero, a las posesiones, o a ciertas condiciones especiales, entonces nos arriesgamos a perder la felicidad en cualquier momento.
La felicidad es un estado interior poderoso, que no depende de factores externos, si no que surge de nuestro interior, y sólo depende de nuestra actitud en a vida.
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MÚSICA:
Horizon Flare by Alexander Nakarada
Link: https://filmmusic.io/song/4837-horizon-flare
License: http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/